En el nuevo escenario del siglo XXI y conseguida la universalizaron de la educación hasta los 16 años, el reto actual es conseguir que el cien por cien del alumnado termine, no solamente la educación básica sino, que pueda acceder a estudios postobligatorios bien al bachillerato, bien a la formación profesional. Reto perfectamente posible como han demostrado actuaciones educativas de éxito avaladas por la comunidad internacional.
Las AMPAS, como organizaciones que aglutinan a las familias, no pueden quedar al margen del reto que supone esta nueva etapa en la educación. No subirse al tren del “éxito de todo el alumnado” supone renunciar a la responsabilidad que el escenario educativo, de la segunda década del siglo XXI, pide a las familias. La calidad educativa, ingrediente esencial de la escolarización universal, y no alcanzada aun requiere de la colaboración y participación de las familias. Ignorar o desperdiciar esta ocasión condena a las AMPAs a ser organizaciones testimoniales, sin apenas influencia en la mejora educativa. Porque, como dice Feito, “por desgracia, la vida de la inmensa mayoría de la AMPAs de este país no va más allá (de la gestión de actividades extraescolares lo que las convierte en organizadora de actividades lúdico –deportivas a bajo precio) y de alguna que otra fiesta, aspectos, en todo caso, irrelevantes para la vida intra-centro.” [1]
Las AMPAS a lo largo del tiempo transcurrido desde su creación, a mediados del siglo pasado, han ido desarrollando aquellas actuaciones que las necesidades educativas han exigido en cada momento. Actuaciones que se pueden resumir en: movilizaciones reivindicativas para conseguir construcciones de colegios, mejora de infraestructuras, profesorado para completar plantillas, organización de actividades extraescolares, colaboración con el centro educativo en la organización de las fiestas, viajes de estudio, etc... Actuaciones que, siendo muy válidas, no dejan de ser secundarias y complementarias en lo verdaderamente importante, el funcionamiento del centro para diseñar un itinerario educativo para el éxito de todos y cada uno de los y las estudiantes.